Durante 2020 disminuyó un 32% la superficie de tierras vendidas para uso agropecuario con relación al registro de 2019.

Según indica un informe elaborado por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), en 2020 se realizaron 962 operaciones de compraventa que involucraron 153 mil hectáreas a un valor promedio de US$ 3.295 por hectárea.

El monto total de las operaciones superó los US$ 505 millones, aunque el promedio general se mantuvo por debajo del obtenido en 2019, en el que la tierra se valorizó a US$ 3.342 por hectárea.

¿A qué responde el precio por hectárea en 2020?

Donde más se vendieron tierras fue en Tacuarembó, Durazno y Paysandú; allí se realizaron operaciones por algo más de 56.000 hectáreas con un valor de US$ 180 millones. Estos departamentos tienen un fuerte componente forestal y eso puede explicar la disminución en el precio, indicó el responsable del Departamento de Campos de la firma Zambrano & Cía. Y explicó:

El campo forestal tiene un tope de precio por un tema de rentabilidad, los campos forestales son de los pocos que no mueven los precios por esa razón. La mayoría de los compradores son fondos de inversión que si no logran una rentabilidad mínima no entran en el negocio.”

La baja en precio promedio de la tierra es algo “relativo”, dice, porque “muchos negocios que se hacen sobre el final del año no quedan en el promedio y al final del año los precios mejoran”, y sostuvo que en el escritorio tienen ejemplos de que sobre fin de año los precios de campos mixtos mejoran y eso se debe, por ejemplo, a la mejora en precios de materias primas como la soja.

Los campos más demandados son los agrícolas

Los campos agrícolas siguen siendo los más demandados, y últimamente se ha visto más demanda que oferta, resaltó. Aunque el precio de estas tierras, al igual que en las forestales, también tiene un tope por la rentabilidad que buscan tanto los inversores privados como los productores uruguayos.

Por otro lado, la demanda sigue siendo “bastante importante” para los campos ganaderos con un componente agrícola.

Creo que sigue un poco frenada la demanda de los campos ganaderos, no es que no exista interés, pero para que sean negocios atractivos tienen que tener precios realmente buenos y esto también puede ser una causante de que el promedio de precios baje un poco. Todos los negocios responden a la rentabilidad y equilibrio que hacen que sea atractivo para el inversor”, agregó.

Diferencias de precios entre norte y sur del Uruguay

Por sexto año consecutivo Artigas es el departamento con el precio más bajo para la tierra –US$ 1.367 en promedio–. Allí se realizaron 30 operaciones de compraventa en todo el año con un total de 6.859 hectáreas comercializadas. Eso responde a que este departamento tiene, en su mayoría, campos netamente ganaderos.

Por otro lado, San José fue donde se encontró el valor promedio más alto por hectárea –US$ 5.850–. Altos valores se encontraron también en Colonia, donde la tierra se valorizó a US$ 5.291, y en Soriano, donde las operaciones se concretaron con un precio promedio de US$ 5.124 por hectárea.

Elegidos por área y productividad

Como es habitual, según detalla el informe, la mayoría de las operaciones –71%– fueron por inmuebles rurales de entre 10 y 100 hectáreas, el 16% de la superficie negociada. En el otro extremo, sólo el 1% de las operaciones se concretaron para campos de más de 2.000 hectáreas, el 20% de la superficie vendida.

Además, casi la mitad de las tierras vendidas está comprendida entre un índice Coneat de 80 y 120. Este índice determina la capacidad productiva del suelo y es fijado por la Comisión Nacional de Estudio Agroeconómico de la Tierra (Coneat).

Negocios rurales en Uruguay en 2021

En los primeros meses de 2021, no se ha regenerado mucho la oferta de tierras, lo que muchas veces hace que se mueva el mercado:

«Desde hace un tiempo se detuvo eso de que entren muchos campos a la venta. Hay incertidumbre por los precios, pero sin duda tiene mucho que ver el precio de las materias primas.»

La base de este artículo se publicó originalmente en El Observador. Esta versión puede incluir ajustes, correcciones y ampliaciones.